lunes, 15 de diciembre de 2014

CAMPBELLS





En "Rafensthalf", uno de los cuentos de "Reyes de aire y agua" se cuenta el por qué a ningún miembro del Clan Campbell se le permite la entrada al Castillo de No, y también, por qué cualquier Campbell es bien recibido por nosotros.

A lo que parece, aún se cruzan Campbells en nuestro camino: que todos ellos tengan una vida larga y próspera.

Dedicado, con cierto asombro, a nuestra reciente conocida, la Sta. Grabiella Campbell,



La Carga del Mayor Donald Campbell sobre el Castillo de No:

"...finalmente lograron atravesar el arco del rastrillo y Sean corrió en dirección a donde había dejado el caballo mientras arqueros prevenidos por el alboroto arrojaban sobre ellos una lluvia de flechas. En esto fueron afortunados pues muchas de ellas cayeron a su alrededor hiriendo la tierra, pero una acertó al muchacho en el pecho y logro derribarlo. Y Petunia no sabía si seguía con vida hasta que a duras penas se puso en pie y con paso vacilante siguió avanzando hasta el caballo. Con la ayuda de la dríada montó en la silla, con ella a su espalda, y la joven le habló al caballo y éste trotó velozmente bosque adentro hacía las brumas que eran el final de aquel país de nieblas.
            Y lo hubieran logrado de no estar él tan débil, pero debido al brusco trote y a la pérdida de sangre no le quedaron fuerzas con las que sujetarse al caballo y cayó rodando por el suelo a pocos metros del brumoso bosquecillo. Y fue incapaz de levantarse por más que Petunia intentaba ayudarlo hasta que vio cómo los soldados del castillo se acercaban sin poder hacer nada por levantarse porque estaba muy malherido. Le pidió a ella que huyera pero ella no lo abandonó y él temió que aquello fuera el fin para los dos.
            En el umbral de la muerte pensó de nuevo en su casa, allá en Escocia, y en su mujer y en su pequeña hija y a pesar de todo se sintió afortunado, y las veía tan cerca que casi creía poder tocarlas e incluso le pareció escuchar una lejana gaita que entonaba con tristeza “La Valiente Escocia”. Pero la música no se extinguió y como si fuera un ensueño le pareció ver que unas figuras fantasmagóricas surgían de entre las nieblas y reconoció a un gaitero y a muchos otros hombres detrás y todos vestían su kilt con el tartan de los Campbell y a la cabeza le pareció ver al Mayor Donald Campbell que empuñaba su claymore con el brazo que le quedaba. Y vio que muchos venían heridos y les faltaban brazos o piernas o tenían terribles heridas en el rostro o en el cuerpo pero a pesar de todo avanzaban al paso del tambor y la gaita hasta que el Mayor Campbell levantó su espada, como Sean lo había visto hacer en las tierras de Francia antes de un ataque y el tambor comenzó un redoble y todo quedó en silencio un instante y “La Valiente Escocia” sonó atronando el valle a paso de carga hasta que la voz de soldado viejo del Mayor Campbell gritó: ¡Caballeros! ¡Por los Campbell! ¡Por Escocia! Y aquel ejército fantasmal se arrojó corriendo colina abajo entre terribles gritos hacía la guardia del castillo; y a Sean, antes de que un rayo de brillante sol le nublara los ojos, le pareció una hermosa imagen.
Y así fue que, tal como le había prometido a su madre, el Mayor Donald Campbell veló por Sean aún más allá de la tumba."